Los atomizadores fueron creados, oficialmente, en la década de los años 20 por Erik Rotheim; sin embargo, actualmente son ampliamente utilizadas las boquillas para atomizadores, debido a sus bajos costes, eficacia y sencillez en su mecanismo. Los atomizadores son empleados tanto en el hogar como a gran escala en sectores agrícolas, en el riego de productos químicos, agua, aplicación de combustibles y pinturas.
Básicamente, el sistema de los atomizadores consiste en un recipiente donde se localiza el líquido en cuestión y un gas a presión, o se puede inyectar dicho líquido directamente a alta presión, en ambos casos se logra vaporizar la sustancia, pudiéndose ver que se libera al ambiente el líquido en forma de pequeñas gotas. En otras palabras, el mecanismo puede ser manual o empleando un gas inerte al líquido.
Generalmente, no se emplea un gas ya que involucra costes adicionales y simplemente se inyecta el líquido a presión. Por tal razón, se han clasificado los atomizadores en dos tipos: atomizadores hidráulicos y atomizadores neumáticos. El primero logra la pulverización por medio de un vértice que hay en el interior de la boquilla, logrando un riego más uniforme; el segundo utiliza generalmente aire comprimido para alcanzar el objetivo deseado.
Los atomizadores neumáticos a pesar de usar un gas, son los más versátiles y usados de acuerdo a los estudios de marketing, debido a que las gotas del líquido alcanzadas son más pequeñas en comparación a los hidráulicos. Este tipo de aerosol, se emplea para humidificación, limpieza de polvo, lubricación, acondicionamiento de gas y para realizar alguna mezcla.
Cabe destacar, que la mezcla entre gas y líquido es determinante para el resultado de la pulverización. De manera general, se conocen atomizadores a baja presión, por sifón y por gravedad, lo cual será empleado de acuerdo a los requerimientos del usuario.